martes, 22 de mayo de 2012

TEMPLO MAYOR EN LA ACTUALIDAD


Descubierto, por casualidad, en 1978. Ahora, los arqueólogos siguen excavando y sacando a la luz una ciudadela enterrada en pleno centro de la Ciudad de México.

Todas las formas de los dioses en el Templo, lejos de constituir un fin en sí, son jeroglíficos de conceptos; lo que induce a que mientras más descubrimos el sentido de su lenguaje, la talla nos parece más perfecta. Aquí los artistas prehispánicos supieron combinar el arte con las potencialidades expresivas de su mitología. Gracias a la eficacia con que lograron expresar su pensamiento, podemos conocer hoy aspectos de su vidaque nos han dejado escrita en esculturas monumentales, en pequeñas piezas de oro, jade, obsidiana y alabastro, en la escritura de los bajorrelieves tallados profundamente sobre piedras duras, capaces de resistir un fuerte pulimento.
En América, ¿nos sentimos hoy de alguna manera ligados a ese mundo que va brotando de la tierra misma en pleno centro de la más poblada de nuestras ciudades?. Hasta su lengua para los mismos mexicanos es extraña; cuanto más sus creencias, sus pensamientos, su cultura. Cuando uno está en el sitio le parece increíble una mentalidad que ubica su templo encima de otro que hoy sabemos era magnífico; destruyendo casi por completo la civilización natural al sitio. Sus adelantos científicos, su música y su poesía fueron enterradas y quinientos años después hemos tenido que comenzar de cero para rescatar algo de cuando la ciudad era la más fastuosa de América. No solamente vencieron los conquistadores; asesinaron una civilización. Hoy, mientras brotan del suelo los antiguos dioses y maneras, mientras los pensamientos surgen aquí y allá, cuando conocemos algo más cada día de sus creencias, al mismo tiempo, uno se pregunta si hay tiempo aún de rescatar y utilizar sus altares para comunicarnos con nuestra memoria histórica, o si es demasiado tarde y fuimos desterrados definitivamente del Templo Mayor.




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